Prólogo
Prólogo de Ricardo López Murphy
América Latina está viviendo un conflicto singular, tanto en materia cultural, como en su organización política, económica y social.
Es el debate entre las propuestas de la democracia republicana y la contraoferta del socialismo del siglo XXI.
Ello se da en un contexto excepcional para la zona, asociado a los precios altísimos para su producción, basada en recursos naturales y a bajísimas tasas de interés, siendo esta un área que siempre tuvo dificultades en el financiamiento.
La combinación de ambos creó un inmenso excedente, que se puede usar para capitalizar y desarrollar el sector o disfrutar de un populismo demagógico y miope, sin las dramáticas restricciones que esos ensayos tuvieron en el pasado y que llevaron a un rápido colapso. El costo sin duda será un futuro diferente. Evitarlo requiere mucha lucidez e institucionalidad, tanto estatal como política.
Ese drama tiene un aspecto cotidiano, una consecuencia sobre las personas y en la vida real de cada ciudadano.
A eso, con habilidad apunta la ficción de la novela. No se trata sólo de comparar tipologías estilizadas. Sino las que entre ellas, tienen consecuencias en el destino y experiencia vital de los seres humanos.
El debate se encuentra en un punto crítico; compara el modelo organizativo de la democracia republicana, magníficamente formulado por Alberdi en la Constitución Argentina y el socialismo del siglo XXI asociado a la gestión y al modelo liminar de Hugo Chávez Frías en Venezuela.
En este último se enfatiza la identificación del Estado, gobierno, partido y liderazgo como un todo inescindible y singular. Nada es más notorio en esa república que las peripecias y el ocultamiento de la enfermedad de Chávez, que ha fijado un hito en la historia comparativa.
El reclamo de toda la sociedad civil, aunque parezca mentira, es saber qué se oculta y, en ello, han sido cómplices buena parte de los líderes del Poder Ejecutivo de las Naciones Latinoamericanas.
El modelo del socialismo del siglo XXI carece de intermediarios, como en su caso antitético, lo son las instituciones representativas o los mecanismos balanceados de controles.
El modelo chavista y sus copias enfatizan el democratismo, entendiendo esto último como el concepto donde la mayoría electoral no actúa limitada por los derechos individuales o las opiniones y derechos de minorías políticas.
En su carácter fundacional, hace comenzar el mundo y la historia con su llegada, pretende la aquiescencia de esta versión en sus audiencias y, por lo general, son aplaudidos mecánicamente.
La mayoría electoral todo lo puede, tiene como eje de su práctica el antagonismo radicalizado y la movilización permanente.
No hay espacio para otra cosa que la política y menos aún, espacio para una prensa libre que contradiga sus asertos.
Su contendiente principal, la democracia republicana, de quien este prologuista es uno de sus defensores más entusiastas, enfatiza la necesidad de controlar el poder y reconocer los rasgos propios de la naturaleza humana. El mayor de los cuales es la vocación totalitaria y despótica que implica un poder sin cortapisas.
Por ello se subraya la división de poderes en el Estado, para control y balance de la gestión. La autonomía de la sociedad civil, de los gobiernos locales y el federalismo. El propósito es dividir y controlar el ejercicio del poder, para que sirva al ciudadano y no lo sojuzgue.
La libertad de prensa constituye su piedra basal, entendida ésta como prescindente política y económicamente del gobierno.
La importancia de la iniciativa privada y su correlato, el derecho de propiedad, son esenciales a la democracia republicana, para que un sólo patrón no ahogue la opinión independiente y la vitalidad de la diversidad.
Esta visión se asocia a la inserción de cada país al mundo, abierto y competitivo, respetuoso de los contratos, los acuerdos multilaterales y las reglas basadas en el derecho.
En fin, este propósito intenta evitar que desde el gobierno se pueda generar servidumbre y vasallaje.
El debate entre ambos transcurre y se concentra en la calidad del sistema, entendido esto como mejora en el nivel de vida de los ciudadanos, sobre los riesgos que existen en toda sociedad, respecto a los niveles de corrupción del gobierno, según los distintos ordenamientos adoptados y sobre los efectos, que en la vida cotidiana de los ciudadanos, producen distintas organizaciones sociales.
La performance económica, la descapitalización, las perspectivas futuras, son también el centro de la contienda.
Todo ello se vuelve complejo, por cuanto con un gran viento de cola, sólo se ve claro el problema en el largo plazo y allí sus consecuencias son irremediables.
Ahora ese debate muy intelectualizado y abstracto, no sólo no llega claro al gran público, sino que parece reservado a un cenáculo reducido.
La novela que prologamos va por otro canal informativo. Ya no son tipologías, en ella se afronta la narrativa de la experiencia cotidiana en personas comunes, cuando prevalece este sistema del socialismo del siglo XXI y cuáles son las experiencias, cuando sus cultores se apoderan del gobierno y del poder sobre la sociedad civil.
A lo largo de su lectura transcurren los días vitales de diferentes tipos de personas y percibimos las implicancias que tiene esa jerigonza incomprensible de las nuevas denominaciones de cargos, ministerios, naciones, liderazgos, tanto sobre la cotidianeidad como sobre sus consecuencias funcionales.
Toda ficción, naturalmente, genera cierta caricatura de los protagonistas. Ello no está ausente aquí.
Si el lector quiere imaginarse cómo sería vivir en un sistema de este tipo, nada más vívido y estremecedor que leer la novela.
Allí, las anécdotas son bestiales. Lo grotesco de los hechos, lo sórdido del ambiente, provocarán sin duda sonrisas por la naturaleza disparatadas de las narrativas y los cambios de nombre de toda la actividad estatal, así como tristeza por la pérdida de la libertad y de la dignidad.
El impacto sobre el lector será equivalente al de esas trágicas novelas del período especial de la revolución cubana.
Quizá por ello logremos que se le preste mayor atención al riesgo al que estamos expuestos.
Ricardo López Murphy
Presidente de RELIAL
Valoraciones
No hay valoraciones aún.