Prólogo de León M. Gómez Rivas y Jorge Jiménez Leube
En los treinta y cuatro diferentes artículos que componen este libro, el Catedrático José María de la Cuesta Rute planta cara a quienes no aceptan la verdad más natural sobre las cosas: hay una verdad, y al hombre le es dado poder conocerla. El hombre es esencialmente libre y el Derecho sirve esencialmente para proteger esa libertad.
Un gobierno verdaderamente progresivo ha de respetar la libertad de sus ciudadanos, que son libres y siguen siéndolo incluso aunque se les someta a cualquier embrutecedor adormecimiento. Si todos fuésemos perfectamente buenos, fácilmente constituiríamos una verdadera comunidad de hombres libres, pero lo que en realidad somos todos es “hombres” y por eso mismo, desfallecientes. Como todos somos desfallecientes, las relaciones entre personas pueden comportarse tornadizas respecto de sus compromisos. La función insustituible del derecho es la de suministrar seguridad.
Lo que preocupa al autor -el auténtico tema de este libro- es la pérdida de libertad de los hombres que “viven sin Derecho” y que en consecuencia se ven privados de la posibilidad de realizar en plena libertad su propio y personal proyecto vital. Porque la libertad personal del ciudadano se amplia y vigoriza cuando toda la comunidad de hombres libres se somete al imperio de la Ley y el Estado queda reducido a sus justos límites.
El autor ejerce la denuncia y la crítica: la falta de contenido jurídico de la representación política y la necesidad de su reconsideración, la desinformación e inseguridad que causa la legislación motorizada, la ocasión de corrupción que brinda la intervención o la falta de criterio en la formación de los jóvenes juristas prestan fundamento a la idea que subyace a los textos de todos estos artículos: el eclipse del Derecho. Sin Derecho no puede existir comunidad de hombres libres.
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