En contra de lo esperado, la integración de China en la economía mundial está planteando problemas de una gravedad que la reciente incorporación de otras economías asiáticas no habían ocasionado.
Fue un infortunio que el pueblo ruso, decepcionado con el régimen de Boris Yeltsin, llegara a la conclusión de que, para ellos, lo necesario era un autócrata como Putin, que está intentado colapsar nuestras industrias, contando con el apoyo de la autocracia china y ensombreciendo, así, todas las expectativas de que sus éxitos económicos pudieran ayudar a resolver la presión migratoria hacia Europa que se ejerce desde la pobreza extrema del continente africano.
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