Este volumen reúne los ensayos que, a partir de los años veinte, publicó Ludwig von Mises sobre el fracaso del Estado intervencionista. A ellos se añade un manuscrito sobre el mismo tema, escrito por el Autor al poco de su llegada a Estados Unidos, e inédito hasta hace poco.
La tesis central de estos ensayos es que no existe una «tercera solución», una «tercera vía», a medio camino entre capitalismo y socialismo, entre un sistema basado en la propiedad privada de los medios de producción y la propiedad pública. Tema, sin duda, de palpitante actualidad ahora que algunos políticos paracen haber descubierto en esa tercera vía la «nueva» y definitiva solución para todos los problemas de la vida social.
Mises no niega, desde luego, que el intervencionismo sea posible. Los hechos demuestran, más bien, que ese es el sistema dominante en la actualidad, tanto por la izquierda como por la derecha o por el centro. «Hoy -dice el autor-, salvo raras excepciones, casi todos los que hablan o escriben de cuestiones de política económica son partidarios del intervencionismo.» Y También: «Quien observa las cosas sin prejuicios tiene la impresión de que el intervencionismo prosigue su marcha imparable», incluso en aquellos países que se declaran adalides del libre mercado.
El fallo de fondo del intervencionismo, ya se aplique a la producción o a los precios, es, según el Autor, su incapacidad para conseguir los objetivos que la autoridad se propone con su intervención. Esta, si bien puede obtener ciertos resultados inmediatos, produce efectos negativos no previstos ni deseados cuya corrección exige nuevas y nuevas intervenciones, y así en un proceso cuya dialéctica sólo termina en un sistema de completa propiedad pública. La intervención, creciente por su propia naturaleza, alardea de los resultados de un «Estado de bienestar», presentado como la gran conquista de nuestro tiempo. Ahora bien, en el balance final habría que tener también en cuenta lo que el intervencionismo tiene de mala asignación de recursos, de costes en términos de eficacia, de impedimento a la expansión del conocimiento, de bloqueo de la innovación, de sacrificio de las libertades individuales, de riqueza y «bienestar» que, por todo ello, ha dejado de producirse. Y también sus profundas y, a lo que parece, inevitables conexiones con la corrupción, con sus secuelas de clientelismo y perversión de la democracia: algo que la experiencia contemporánea parece confirmar de manera generalizada y contundente y que Von Mises describió y denunció hace más de setenta años con sorprendente clarividencia.
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